Con el objetivo de reunir información sobre temas de género en la región y compartir perspectivas entre investigadoras, la doctora Andrea Vera compartió una reunión con las investigadoras del Observatorio de Género en Ciencias e Ingeniería.
Andrea Vera es directora del Anillo “Disonancias: Comunidad, Universidad e Irrupción Feminista”, donde investigan sobre cómo ha sido el proceso de institucionalización de género en las universidades chilenas, además de analizar la irrupción feminista que tuvo lugar en Chile en el año 2018. Este proyecto busca poner énfasis en los nudos conflictivos que han surgido en este proceso y promover una convivencia universitaria más inclusiva.
¿Desde tu investigación cómo ves los avances en género dentro de las universidades?
“Estamos analizando los nudos críticos que se han originado a partir de ese proceso de institucionalización. Sin lugar a dudas existen muchos avances en términos institucionales como la Ley 21369 , que mandata a las universidades a crear oficinas de género, protocolos, que ya están andando en la mayoría de los casos”.
¿Han diagnosticado algún aspecto que aún no marche bien?
“Sí, la evidente sobrecarga que existe hoy sobre las oficinas de género. En la gran mayoría de los casos están a cargo de mujeres académicas, que se ven sobrecargadas en sus labores. Esta ley no traía un presupuesto amarrado, esto ha significado que las carreras de mujeres que ya tenían mucho trabajo han tenido que hacer aún más del que ya tenían”.
Andrea Vera también se encuentra trabajando en su proyecto de investigación Fondecyt “Cultura ingenieril en Chile: un abordaje interdisciplinar “, donde analiza los grupos ingenieriles en Chile, las diferencias de género y cómo se va configurando una norma masculina en los campus de ingeniería.
Respecto de ésta nos comentó que: “Estamos estudiando cinco universidades en Chile y hemos encontrado cosas bien interesantes y esto tiene que ver con diversos factores. Primero con la representación, hay más hombres que mujeres pero no solo es eso, sino que también esto viene acompañado del espacio y/o la especialidad, también sobre cómo se diseñan los espacios en los campus universitarios y cómo se utilizan. El entender la especialidad como lenguaje para interrogar la norma de género porque también de alguna manera es devolverle la materialidad al género, que se inscribe en el cuerpo donde se escriben todas las relaciones de poder. En eso estoy poniendo el énfasis. También hay otra línea que tiene que ver con cómo se construyen otros tipos de masculinidades en los campus de ingeniería”.
¿Cómo ves hoy las masculinidades en comparación al pasado en estos espacios?
“Los chicos universitarios en sus veintes están muy miedosos al decir cosas, existe miedo a la funa. Me da la impresión que están algo despistados pensando en ‘cómo es que tengo que comportarme ahora’, lo que antes estaban bien, hoy ya no. ‘Hay cosas que han cambiado y no me di cuenta el por qué cambiaron’. Esas son dificultades que me interesa analizar”.
¿Qué te parece el trabajo que se está articulando desde el Observatorio de Género de Ciencias e Ingeniería”
“Me parece alucinante todo lo que están haciendo desde el Observatorio de Género. partiendo porque es tremendamente valorable que la Universidad Santa María tenga un Observatorio de Género. Es una muy buena señal con mucha potencia política pero también de investigación. Creo que el trabajo es fabuloso y que tiene mucho potencial”.